La conferencia de París sobre el Estado Islámico llevada a cabo ayer -bajo la iniciativa de Laurent Fabius el ministro francés de Asuntos Exteriores- tuvo dos marcadas características: el primero, que el régimen iraní no fue invitado. Los mulás en Irán intentaron participar en la conferencia, lo cual fue apoyado por el gobierno iraquí y algunos miembros de la coalición.
Segundo, la conferencia se concentró en la necesidad de reconciliación nacional en Irak, una participación real de los Sunitas y la necesidad de armar sus tribus, así como de estudiar la responsabilidad del gobierno iraquí pues los pasos necesarios en este sentido no se han dado (ver punto 11 de la declaración final de la conferencia).
Los participantes, y en particular el gobierno francés, enfatizaron que la crisis en Irak no se resolverá a través de una operación militar y necesita un enfoque político amplio y real participación de los sunitas quienes en el pasado han enfrentado un genocidio y una completa eliminación de la escena política.
La conferencia pidió armar y entrenar a las tribus suníes e integrarlas en un ejercito, y también pidió una amnistía general. Se dijo que en la conferencia -llevada a cabo a puertas cerradas- los participantes criticaron al gobierno iraquí por no llevar a cabo medidas adecuadas en este sentido. Esto diferenció esta reunión de otras anteriores y el gobierno francés y su ministro de asuntos exteriores debe ser felicitados por ello.
Sin embago una falla de la conferencia fue la falta de énfasis hecho en el destructivo rol del régimen iraní y la necesidad de cortar su influencia en Irak y en Siria.
El artículo 5 de la declaración final es bastante normativo y correcto, pero mientras las milicias afiliadas al régimen iraní marchan por Irak, incluida Anbar y Hadi Ameri, un conocido agente de las fuerzas Quds lidera la lucha para liberar esta ciudad del EI, ninguno de esos artículos será implementado.
Para el régimen iraní no es aceptable que las fuerzas nacionales iraquíes y las tribus sunitas -que quieren un Iraq alejado de la influencia del régimen iraní- lleguen al poder. El régimen intenta impedirlo con todas sus fuerzas y esta ha sido la principal causa de evitar armar las tribus sunitas iraquíes.
En el otro lado de la ecuación, mientras las milicias controlan algunas áreas, no hay ninguna motivación para que los sunitas luchen contra el EI. El periodo de los ocho años de Maliki y del régimen iraní en Irak han dejado a los sunitas con una terrible elección: o aceptan la hegemonía del régimen iraní y sus mercenarios, o aceptan al Estado Islámico. Naturalmente los sunitas nunca tomarán la primera opción.
Un paso necesario y complementario para llevar a bueno puerto las conclusiones de la conferencia de París es concentrarse en expulsar al régimen iraní de Irak y de Siria.