Tuesday, October 8, 2024
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Irán: protestas masivas producto de la furia

Por: Behzad Naziri

A comienzos de este año las protestas se tomaron más de 140 ciudades de Irán a nombre de diversas reivindicaciones y reclamaciones que siguen hoy vigentes.

Los analistas que han estudiado los 40 años de historia del régimen señalan dos elementos claves para entender estos eventos sin precedentes: uno, la rápida transformación de estas protestas de generales a políticas. Por ejemplo, en la ciudad de Mashhad se escucharon cánticos un día de “no a los precios altos” y de “muerte a Jamenei” al día siguiente. El segundo elemento es la aparente radicalización de los eslóganes: en Kazerún, por ejemplo, quienes protestaban terminaron cantando “teman el día que tengamos armas”. Otro ejemplo es el de los granjeros de Isfahán que protestaron por la falta de agua y el deterioro de la agricultura en sus pueblos y terminaron, como en todos los rincones del país, gritando “muerte al dictador”.

¿Cómo distinguir entre protestas económicas y políticas?

No hay duda de que son diversos los factores que contribuyen a estos dos tipos de protesta. Por ejemplo la injusticia económica, el desempleo juvenil, la inhabilidad de la teocracia para responder a las necesidades de los más pobres, las astronómicas riquezas de la oligarquía de los mulás y los Guardias Revolucionarios, la corrupción administrativa, la discriminación étnica, la violencia diaria contra las mujeres son todos ellos como dicen los iraníes “un cuchillo en sus huesos”. La gente llegó a un punto de quiebre.

A pesar de que todos estos factores son válidos, no son suficientes para explicar la intensidad de estas protestas. La única manera de explicar completamente el fenómeno es regresar a analizar sus raíces, en la historia de la dictadura religiosa que comenzó en 1979.

Revisando nuestra historia vemos una sociedad oprimida y ciudadanos a quienes no se oye, cuyo potencial ha quedado enterrado bajo la vigilancia estricta de las fuerzas de seguridad e inteligencia del régimen. Pero bajo la actual situación socioeconómica de Irán estas fuerzas han perdido todo su poder y no logran retomar el control.

Un informe de Amnistía Internacional dice:

“Los defensores de derechos humanos que buscan verdad, justicia y reparación para los miles de prisioneros ejecutados de manera sumaria o desaparecidos forzosamente en los años ochenta enfrentan nuevos niveles de represión por parte de las autoridades” (Amnistía Internacional, 2 de agosto de 2017).

Esta represión no se restringe a las familias o defensores de las víctimas de estas masacres. Atacan a un amplio margen de personas incluyendo a los jóvenes:

“Entre los defensores de derechos humanos que buscan verdad y justicia se incluyen jóvenes nacidos después de la revolución de 1979 que han salido en redes sociales y otras plataformas para discutir sobre estas atrocidades del pasado y han acudido a reuniones sobre la memoria como la ocurrida en Jaravan” (Amnistía Internacional, 2 de agosto de 2017).

“Jaravan” es un área al sureste de Teherán, donde se sabe que hay una de las 120 a 190 fosas comunes en Irán. Este lugar marca el entierro grupal de las víctimas de la masacre de 1988 cuyos cuerpos fueron desechados aquí y enterrados en esa época.

“La represión renovada llega tras la reactivación de llamados a investigar los asesinatos de miles de prisioneros políticos en una ola de ejecuciones extrajudiciales que tuvo lugar en todo el país en el verano de 1988” (Amnistía Internacional, 2 de agosto de 2017).

En nuestro análisis estudiamos un poco más de 3 meses de protestas, pero mirando de cerca lo que en realidad vemos es una historia de 30 años que atestigua la razón de estas manifestaciones. Durante todo este tiempo el régimen ha intentado esconder muchas cosas, entre otras la fosa común de Behsthe Reza (en Mashhad) donde están enterradas muchas víctimas de la masacre de 1988, la lista de Muyahidines del Pueblo de Irán ejecutados en los años ochenta en Kazerun, los ahorcamientos de prisioneros políticos en Isfahán en 1988 entre otros.

La furia y las rebeliones que vemos en todo el país se agravan día tras día y se vuelven irreversibles. Lo que simbolizan es el sacrificio y la sangre de muchos hombres y mujeres a quienes hace más de 30 años les prometieron libertad de una tiranía para pasar a otra, la del sangriento régimen de los mulás.