Del genocidio de 1988 a la creciente oleada de ejecuciones en Irán
El alarmante aumento de las ejecuciones en Irán bajo el régimen actual dibuja un panorama sombrío de la crisis de derechos humanos que se está desarrollando en el país. Desde el nombramiento del llamado presidente “reformista” de Irán, se estima que 160 personas, incluidas 10 mujeres, han sido ejecutadas. Esta cifra también incluye una ejecución pública impactante. El 18 de septiembre de 2024, dos partidarios del grupo de oposición iraní Organización de Muyahidines del Pueblo de Irán (PMOI/MEK) fueron condenados a muerte, lo que marca otro capítulo oscuro en la actual represión de la disidencia. Además, las vidas de cuatro mujeres activistas penden de un hilo, y el régimen amenaza con ejecutarlas de manera inminente.
Aunque la actual ola de ejecuciones ha suscitado una considerable atención, no se trata de un fenómeno aislado. Irán tiene una historia muy arraigada de uso de la pena capital como herramienta de represión política, en particular contra los disidentes. Este patrón de ejecuciones se remonta a los primeros años de la República Islámica, en particular durante la década de 1980. Uno de los momentos más oscuros de la historia moderna de Irán es la masacre de 1988, durante la cual 30.000 presos políticos (la mayoría de los cuales estaban afiliados al principal grupo de oposición, el PMOI) fueron ejecutados sistemáticamente tras una fatwa emitida por el líder supremo de la época, el ayatolá Jomeini. Estos prisioneros fueron sometidos a menudo a juicios simulados que duraron sólo unos minutos antes de ser enviados a la muerte.
La brutalidad de la masacre de 1988 ha quedado en gran medida impune, lo que ha fomentado una cultura de impunidad que sigue envalentonando al régimen iraní para llevar a cabo violaciones de los derechos humanos sin temor a represalias. En su informe final, el profesor Javaid Rehman, Relator Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos en Irán, cuyo mandato concluyó en julio de este año, destacó precisamente esta cuestión. Subrayó que la raíz de muchas de las actuales violaciones de los derechos humanos en Irán se encuentra en los atroces crímenes cometidos por el régimen durante la década de 1980, en particular la masacre de 1988. El informe de Rehman pide que se establezca un mecanismo internacional para investigar y procesar a los responsables de estas atrocidades, señalando que el hecho de no exigir responsabilidades al régimen sólo ha perpetuado más abusos.
La actual campaña de ejecuciones en Irán ha provocado una indignación generalizada entre los iraníes, tanto dentro del país como en la diáspora. Muchos se han sumado a la campaña “Llamado a la justicia”, un movimiento de base que busca exigir responsabilidades a los autores intelectuales y materiales de la masacre de 1988. Esta campaña se ha convertido en una parte central de la lucha más amplia por la justicia y los derechos humanos en Irán. Como señaló Maryam Rajavi, presidenta electa del Consejo Nacional de la Resistencia de Irán (NCRI), en un tuit reciente:
“El procesamiento de los autores intelectuales y materiales de la masacre de 1988 se ha convertido en un deseo generalizado en la sociedad iraní. La Campaña de Llamamiento por la Justicia es una parte indispensable de los esfuerzos por poner fin a la ola de ejecuciones en Irán”.
A la luz de estos alarmantes acontecimientos, la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de apoyar al pueblo iraní en su búsqueda de justicia y de derechos humanos. Las Naciones Unidas (ONU) y la Unión Europea (UE) deben adoptar medidas claras y decisivas para abordar los crímenes de lesa humanidad que el régimen viene cometiendo desde hace tiempo. Una de las principales recomendaciones del informe del profesor Rehman es la creación de un mecanismo internacional para enjuiciar a los funcionarios del régimen iraní por genocidio y crímenes de lesa humanidad, centrándose específicamente en las atrocidades cometidas en 1981, 1982 y durante la masacre de 1988. Un mecanismo de este tipo es fundamental para garantizar que los responsables de estos crímenes horrendos rindan cuentas y que se haga justicia finalmente a las decenas de miles de víctimas que fueron brutalmente silenciadas por el régimen.
La comunidad internacional y nosotros en Bélgica debemos hacer algo más que condenar lo que está sucediendo en Irán; es necesaria una política firme para demostrar que no aprobamos lo que está sucediendo en Irán. Un primer paso es incluir en la lista negra a los Cuerpos de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI), la principal herramienta de represión y terrorismo en la lista de organizaciones terroristas de la UE. Al reconocer el derecho del pueblo iraní a la legítima defensa, la comunidad internacional puede proporcionar un apoyo moral y político crucial a quienes arriesgan sus vidas en la lucha por la libertad y la democracia.
Fuente: https://brusselsmorning.com/from-the-1988-genocide-to-the-rising-tide-of-exections-in-iran/56177/