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Discurso de José Luis Rodríguez Zapatero en apoyo del campo de Ashraf – Ginebra, 20 de septiembre 2013

Ginebra, 20 de septiembre 2013

Maryam Radjavi, amigas y amigos:

Quiero que mis primeras palabras sean de condolencia, de cercanía, de amistad de duelo por el sufrimiento, por la pérdida de vidas humanas. Especialmente a las familias de quienes perdieron su vida el 1 de septiembre.

Matar no es defender ninguna idea, matar es simplemente matar. La violencia ciega e injusta merece la firme condena, el desprecio de los seres humanos de bien, de la comunidad internacional, por ello deseo expresar mi firme condena, mi rechazo más absoluto a los hechos que hemos visto sucedidos en el campo de refugiados de Ashraf. Esos hechos tienen que ser investigados, tienen que ser depurados, la comunidad internacional y especialmente Naciones Unidas tienen que tener el liderazgo para que se investigue, se aclare, se establezcan responsabilidades y quien lo haya hecho pague por ello.

Estamos en Ginebra, Ginebra es la casa del Consejo de Seguridad, de los Derechos Humanos, del Concejo de los Derechos Humanos de Naciones Unidas. Acá en Ginebra y desde Ginebra debemos reclamar una vez más que la defensa de los derechos humanos, que la garantía de los derechos Humanos es una tarea de toda la comunidad internacional.

Los derechos fundamentales son universales y allí donde haya una violación, un ataque a los derechos humanos, todos los países y todos los seres humanos nos sentimos compelidos y debemos responder. Por ello confío que este acto y estas voces sentidas sirvan para que haya un antes y un después; para que lo sucedido el 1 de septiembre en el Campo Ashraf no sea un episodio más de la larga lista de episodios que hemos conocido de violencia sobre el pueblo de irán y sobre tantos pueblos de la tierra.

Firme condena, investigación, responsabilidades, liderazgo de Naciones Unidas, compromiso de la Unión Europea y por supuesto de Estados Unidos y además una movilización para liberar a los rehenes que impunemente están sufriendo seguramente un calvario absolutamente intolerable. Movilización para liberar a los rehenes, una movilización que ha de ser y ha de llegar desde todos los lugares.

Utilizar la vida de un ser humano, de seis mujeres y de un hombre para negociar, para asustar no puede dejarnos impasibles ni puede ser consentible, tiene que dar lugar a una respuesta contundente de quien tiene esa autoridad, y la tiene Naciones Unidas: se la hemos dado todos los países y todas las sociedades del mundo para que cumpla con su misión. Y después de lo que ha pasado el 1 de septiembre, no podemos dejar que las cosas sigan así en el Campo Libertad. No podemos dejar que no haya un compromiso a fondo inmediato urgente para proteger a las personas, para que haya una presencia vigilante de Naciones Unidas para apoyar a aquellos que están amparados por las Convenciones Internacionales: a sus compatriotas, a sus amigos, a sus familiares.

Como casi todas las luchas que merecen la pena esta es una lucha larga. En pocas ocasiones de la historia la libertad se ha regalado: se ha conquistado casi siempre. Pero tenemos razones para la esperanza, para pensar que el futuro avanza en una dirección de progreso. Hoy hay más democracias que nunca en el mundo, más países que viven en libertad que nunca en la historia; hoy hay más garantías de los derechos fundamentales y de las libertades que nunca en la historia. Hoy muchos de los sueños que durante siglos tuvieron las personas de bien en favor de la libertad, de la justicia, de la igualdad se han ido realizando. Pero lo que es más importante es que la fuerza de la libertad y de la democracia es más poderosa de lo que a veces nos creemos. Más capaz de extender, de irradiar, de llegar hasta el último rincón de la consciencia de la inmensa mayoría de los ciudadanos en todos los países.

Y no tengo ninguna duda de que esa consciencia en favor de la libertad, de la democracia está presente, latente en la inmensa mayoría del pueblo de Irán, y que ese sentimiento y esa lucha se llegará a lograr, y veremos un Irán, una tierra de la que os podáis sentir plenamente orgullosos, no tengo ninguna duda.

Para ello recordemos a los que han dado su vida, a los que su vida les ha sido arrebatada. La memoria da razón de ser a los pueblos, una memoria que ha de tener un futuro, el futuro del compromiso con los valores, con los principios de la libertad, de la igualdad, de los derechos humanos.

Esos valores profundos sentidos que hace que irradie apoyo y compromiso. Esos valores están en Europa, son los valores europeos, a veces falta activarlos, despertarlos, ponerles en pie y andar para que con toda la fuerza, con Naciones Unidas, con Estados Unidos llegue también a esa tan difícil zona del mundo que es Oriente Medio. Para ver ganar la libertad y la democracia. La más difícil, sin duda alguna. Pero todos aquellos países que al final hemos abrazado la libertad y  el compromiso activo de defenderla en cada rincón del mundo sabemos que tenemos la fuerza suficiente para poder lograrlo.

Yo les pido que confíen, les pido que confíen en las democracias de Europa, que confíen en Naciones Unidas. A veces es desesperante y parece que no llega a tiempo y a fondo, pero ha costado mucho construir un sistema como el de Naciones Unidas.

Tengo el convencimiento de que van a actuar, que el Secretario General no va a dejar los hechos del  1 de septiembre en el cajón, en el olvido. Y que se va a proteger con más contundencia a todas las personas que están en el Campo Liberty. Desde luego, los que estamos aquí arrimaremos el hombro para que sea así. Desde el recuerdo, desde el dolor, desde la condolencia les deseo fuerza, ánimo, compromiso en su lucha; pero que sepan que el tiempo de la libertad está a nuestro favor. Que la historia juega a favor de la libertad y la democracia, también en Irán.

Gracias.