Friday, February 7, 2025
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Editorial en diario francés: “Escuchemos al pueblo iraní”

Fuente: Ouest-France*, 1ro de febrero de 2016

La visita del presidente iraní a Francia concluyó con numerosos contratos industriales pero también con un silencio ensordecedor sobre las cuestiones relativas a los derechos humanos

Sin embargo en Irán la pena de muerte es práctica corriente para mantener a los iraníes en el terror de una dictadura teocrática.

En este país, incluso menores de edad son ejecutados. Son contados por miles las víctimas de esta atrocidad en el 2015: “la Federación Internacional de los Derechos Humanos (FIDH) ha denunciado un número récord desde 1989. La justicia continúa condenando personas a tratamientos inhumanos…”. Amputaciones, tortura y procesos sin abogados son moneda corriente. Periodistas, blogueros y opositores son encarcelados.

En Irán, regido por la ley islámica –la sharia- las mujeres viven privadas de su libertad incluso en su vestimenta. No hay libertad ni de consciencia ni de religión. Renunciar al Islam por otra religión se castiga con la muerte. Las minorías étnicas y religiosas, incluyendo la cristiana, son perseguidas.

La Federación Internacional de los Derechos Humanos ha pedido al Presidente de la República “no sacrificar los derechos humanos en favor del acercamiento económico entre los dos países”. El poder político dice que es más efectivo hablar frente a frente. Pero Francia, recibiendo al presidente iraní con honores militares ha desdibujado el mensaje. Igual lo ha hecho Italia justificando cubrir con una caja estatuas romanas para no herir la “sensibilidad” de su invitado.

Francia e Italia, quienes se han distinguido tristemente en este caso, están en una mala situación económica, contraria a la de Alemania e Inglaterra. ¿Es por evitar las reformas que se imponen que nos prestamos a estos juegos económicos-diplomáticos tan peligrosos?”

Era entonces “la ocasión para que los demócratas franceses recordaran que los castigos bárbaros pertenecen a una época pasada. Que su abolición debe ser condición de toda discusión con los países que los practican. La sociedad civil en Irán y la oposición democrática en este país tienen la mirada puesta en Francia” (1).

Creer que el poder tiránico en Francia está allí para siempre es ir demasiado rápido. La gente tiene sed de libertad. El poder tiene miedo: “si autorizamos a cada ciudadano a proclamar sus creencias personales, nos encontraríamos hundidos rápidamente en la anarquía y nuestro sistema se hundiría” afirmaba una autoridad iraní a una cristiana en la prisión.

Invertir en una dictadura teocrática es ignorar la voluntad de ese pueblo educado, cultivado, surgido de una gran civilización que se liberará un día u otro de esta opresión.

Poner los derechos humanos bajo la alfombra para obtener contratos es desertar de nuestro deber democrático. Desde Churchill sabemos bien que el deshonor no compra ni la paz ni la prosperidad.

(1) « L’Iran progresse-t-il vraiment ? » Jean Pierre Michel en el diario Libération 26 de enero de 2016.

(2) « Captives en Iran » – Maryam Rostampour y Marzyeh Amirizadeh