Mientras los líderes del G7 se reúnen en Alemania, dos de los principales puntos de discusión serán la proliferación de armas nucleares de parte del régimen iraní y la crisis en la que se encuentra sumida la región de Oriente Medio,
Pocas veces tras la Segunda Guerra Mundial y nunca desde el final de la Guerra Fría el mundo se había enfrentado a tantas calamidades, y nunca Occidente había estado tan desconectado y errado en sus estrategias para responder.
Dos factores explican esto:
En primer lugar, hay una falta de entendimiento sobre cual es la raíz de los problemas de la región. El fundamentalismo y el extremismo islámico emergieron con el establecimiento de la dictadura religiosa en Irán, e inmediatamente amenazó la paz y la estabilidad de la región. Los mulás en Irán están en el centro del terrible fenómeno del fundamentalismo y extremismo islámico.
El objetivo principal de los fundamentalistas es crear un “imperio islámico” con la ley Sharia implementada a través del uso de la fuerza. Fundamentalistas chiítas y sunitas no son diferentes entre si. Ambos usan la violencia y la agresión como herramienta principal. Es un espejismo buscar moderados entre ellos. La guerra del 2003 y la gradual ocupación de Irak de parte del régimen de Teherán dió un momentum sin precedentes a los fundamentalistas. Los crímenes sectarios de Bashar Assad y Nuri Maliki, jefes aliados del régimen en Siria e Irak, especialmente contra la población sunita mas el silencio de occidente llevó al surgimiento del Estado Islámico..
En segundo lugar, occidente evalúa mal la fuerza del régimen iraní. Este se enfrenta a incontables crisis económicas, sociales, domésticas e internacionales y se encuentra más vulnerable que nunca. Los fundamentalistas mulás en Irán no pertenecen a esta era, pero por falta de firmeza en occidente siempre se ha permitido que fomenten crisis en la región y lleven al mundo al borde de una nueva guerra.
Como dijo Maryam Rajavi, presidenta electa del Consejo Nacional de la Resistencia de Irán (CNRI) el 29 de abril pasado en una audiencia en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, allí está la solución. Para vencer al fundamentalismo islámico las potencias mundiales deben llevar a cabo cinco pasos: expulsar a las fuerzas Quds del régimen iraní de irak y permitir la genuina participación de los Sunitas en el poder, asistir a la oposición siria y terminar con el mandato tiránico de Assad, reconocer las aspiraciones del pueblo iraní de derrocar el régimen de los mulás empoderando un Islam genuino, democrático tolerante para contrarrestar las interpretaciones fundamentalistas de esta religión y bloquear todos los caminos al régimen iraní en su objetivo de conseguir armas nucleares. Los líderes del mundo deben tomar nota. El régimen de los mulás no forma parte de la solución al fundamentalismo, es el corazón del problema. La solución real y final es lograr un cambio de régimen por parte del pueblo iraní y su resistencia organizada.
Esta es una política viable que llevaría a estabilidad regional y paz mundial. El pueblo iraní dará eco a este llamado el 13 de junio en París en el gran encuentro por el cambio democrático en Irán, y están listos para pagar el precio.