El régimen iraní ejecutó el sábado a Navid Afkari, un campeón de lucha libre de 27 años, desafiando las súplicas de la comunidad internacional para detener esta ejecución. ¿Cuáles son las consecuencias y el resultado para el régimen? ¿La ejecución de Navid indica la fuerza del régimen?
Para responder a estas preguntas, es necesario comprender los pilares de la existencia del régimen, que no son otros que la opresión interna sistemática y la exportación del terrorismo al extranjero. El historial del régimen de ser el principal verdugo per cápita y el mayor Estado patrocinador del terrorismo es testimonio de su necesidad vital de ejecución y exportación del terrorismo.
El régimen medieval, debido a su estructura económica deficiente y a la corrupción institucionalizada, junto con sus políticas belicistas, no está dispuesto ni es capaz de resolver los agravios económicos y sociales de la gente. Así pues, la sociedad iraní se ha convertido en un polvorín y las dos recientes e importantes protestas del Irán en 2018 y noviembre de 2019 son testimonios de ello.
Por lo tanto, para controlar esta sociedad inquieta, en particular después del levantamiento de noviembre que sacudió los cimientos del régimen, los mulás han aumentado las ejecuciones. La ejecución de Navid Afkari, y antes de él de Mostafa Salehi, que también fue detenido durante las protestas nacionales en Irán en 2018, tienen por lo tanto por objeto frustrar otro levantamiento e intimidar al público.
Estas ejecuciones son la continuación de la brutal represión por parte del régimen de los levantamientos de 2018 y noviembre de 2019, este último a una escala mucho mayor con más de 1500 mártires. Estas ejecuciones y la opresión de ambos levantamientos están en línea con la ola de asesinatos del régimen en la década de 1980, que alcanzó su punto álgido en el verano de 1988 cuando más de 30.000 prisioneros políticos fueron ejecutados en cuestión de meses. El hecho de que la comunidad internacional no haya hecho responsable al régimen de sus violaciones de los derechos humanos, principalmente de la masacre de 1988, ha hecho que el régimen goce de una larga impunidad, continuando así su brutalidad y sus violaciones de los derechos humanos.
Sin embargo, hay una diferencia entre la represión del régimen en la actualidad y en la década de 1980. En esa década el régimen ejecutó y torturó a miles de personas, pero el mundo guardó silencio. Pero ahora, la ejecución de Navid fue seguida por una enorme reacción internacional. Esto se debe principalmente a los dos recientes y gloriosos levantamientos del pueblo iraní, y a los cuatro decenios de la Resistencia iraní exponiendo las violaciones de los derechos humanos del régimen.
Consecuencias y el resultado para el régimen
La ejecución de Navid Afkari, con sus crecientes condenas tanto internacionales como nacionales, aumentará el odio del público dentro de Irán hacia el régimen y el aislamiento de los mulás en la escena internacional.
El régimen iraní era plenamente consciente de estos resultados. Entonces, ¿por qué, no obstante, ejecutó a Navid? La respuesta es simple: Temiendo un levantamiento inminente que pudiera derribar el régimen, los mulás tuvieron que ejecutar a Navid, en un intento desesperado de controlar la sociedad. Por otro lado, el régimen había sucumbido una vez a una campaña internacional y nacional y detuvo temporalmente la ejecución de tres jóvenes arrestados durante las protestas de noviembre. Si los mulás se hubieran visto obligados a detener también la ejecución de Navid, esto habría desmoralizado sus fuerzas opresoras.
En cuanto al resultado de esta ejecución criminal y el deber de la comunidad internacional, la Sra. Maryam Rajavi, Presidenta electa del Consejo Nacional de la Resistencia del Irán (CNRI), dijo:
“La valiente juventud del Irán se levantará en solidaridad con el heroico pueblo de la provincia de Fars y en protesta por la indebida ejecución de Navid Afkari. Irán llora a Navid y comparte el dolor de la familia Afkari, ya que el mundo está conmocionado por la barbarie de Jamenei y el régimen clerical. El fascismo religioso que gobierna Irán no puede sobrevivir ni un día sin ejecuciones, torturas y represión interna. Al derramar la sangre de jóvenes como Navid Afkari, los mulás buscan mantener su poder frente a las protestas. Sin embargo, la ejecución de Navid Afkari sólo añadirá combustible a las llamas del levantamiento del pueblo iraní y enviará al régimen de los mulás al basurero de la historia”.
“El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y sus Estados miembros, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la Unión Europea y todas las autoridades internacionales de derechos humanos deben tomar medidas prácticas y efectivas contra el régimen de Irán para la ejecución de Navid Afkari y de otras 120.000 personas ejecutadas por motivos políticos. El silencio y la inacción dan luz verde y se interpretan como complicidad en estos crímenes”, añadió.