Por: Struan Stevenson – The Diplomat – 31 de julio de 2013
La masacre de prisioneros políticos por parte del régimen iraní, que tuvo lugar en el verano de 1988, nunca ha sido reconocida por Teherán y permanece como una de las manchas más oscuras en la historia reciente, y a pesar de ello es relativamente desconocida en occidente.
Las ejecuciones comenzaron a finales de julio y continuaron por varios meses. Hasta 30.000 prisioneros políticos o más, una abrumadora mayoría de entre ellos activistas de la Organización de los Mojahedines del Pueblo de Irán (PMOI o MEK), fueron asesinados.
El Líder Supremo de Irán, el Ayatollah Khomenei, emitió un decreto en julio de 1988: “Quien en cualquier nivel continúe perteneciendo al PMOI debe ser ejecutado. ¡Aniquílese a los enemigos del Islam inmediatamente!” Agregó: “… Aquellos que estén en prisión a lo largo y ancho del país y se mantengan firmes en su apoyo al PMOI están librando una guerra contra Dios y están condenados a la ejecución… Es ingenuo mostrar misericordia ante los que libran la guerra a Dios.”
Las ejecuciones pronto comenzaron y cada día cientos de prisioneros políticos fueron ahorcados y sus cuerpos enterrados con prisa en tumbas sin marcar en todas las ciudades mayores de Irán, en particular en el cementerio de Khavaran en el sur de Teherán.
Ayatollah Hossein-Ali Montazeri, un clérigo que por 10 años había sido designado como el sucesor del Líder Supremo Ayatollah Khomenei protestó airadamente contra las ejecuciones masivas y llamó por una moratoria, pero Khomenei insistió que no debería haber misericordia y ordenó que todos los prisioneros, incluyendo adolescentes y mujeres embarazadas fueran ejecutados inmediatamente.
A causa de su oposición a las ejecuciones, Ayatollah Montazeri fue desfavorecido por Khamenei y fue eventualmente expulsado en marzo de 1989. En diciembre del 2000 Montazeri publicó sus memorias y reveló chocantes detalles sobre la masacre y la brutalidad de Khomenei.
En el 2008, en el aniversario número 20 de esta masacre, Amnistía Internacional renovó su llamado para que los responsables por la “masacre de la prisión” fueran llevados a la justicia afirmando que “no debería haber impunidad por tan grandes violaciones a los derechos humanos, a pesar de cuando hubiesen sido cometidas”.
El régimen iraní continúa negando la eliminación de prisioneros políticos de 1988. Ninguno de los perpetradores ha sido llevado ante la justicia y ninguno de los oficiales mayores del régimen, incluyendo al Lider Supremo Ali Khamenei ha sido responsabilizado.
El nuevo Presidente así llamado “moderado” de Irán, Hassan Rouhani era Diputado Comandante en Jefe de las fuerzas armadas del régimen en el momento de las masacres y, desde 1982 era miembro del Concejo Supremo de Defensa, y por lo tanto conocía bien el crímen y estaba en completa conformidad con este.
En otro reportaje en el 2009, Amnistía Internacional llamó a “las autoridades iraníes a detener inmediatamente la destrucción de cientos de tumbas anónimas individuales y masivas en Khavaran, sur de Teherán, para asegurarse que el sitio sea reservado y para iniciar una investigación forense en el lugar como parte de una exhaustiva investigación independiente e imparcial que es necesaria desde hace mucho tiempo sobre las ejecuciones masivas que comenzaron en 1988, comúnmente conocidas como las “masacres de la prisión”. La organización teme que estas acciones de las autoridades iraníes tengan como objetivo destruir evidencia de las violaciones de los derechos humanos y priven a las familias de las víctimas de los asesinatos de 1988 del derecho a la verdad, justicia y reparación.”
En el aniversario número 25 de uno de los más horribles crímenes contra la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial, es el momento de llamar a los responsables a que rindan cuentas ante la justicia.
Struan Stevenson es el Presidente del grupo Amigos de un Irán Libre en el Parlamento Europeo. Este grupo fue formado en el 2003 y tiene el apoyo activo de más de 300 eurodiputados. Siga a Struan en Twitter: @struanstevenson o facebook.com/struanmep
Fuente: articulo original inglés en The Diplomat