En una reunión crítica del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 24 de junio, representantes de las potencias occidentales, incluidos Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania, reiteraron su determinación de impedir que el régimen clerical de Irán adquiera armas nucleares. Un elemento central de su estrategia es la posible activación del mecanismo de retroceso en virtud de la Resolución 2231 del Consejo de Seguridad de la ONU, que podría volver a imponer sanciones integrales a Irán.
El mecanismo de retroceso, parte del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPoA) de 2015, permite a cualquier participante en el acuerdo volver a imponer unilateralmente todas las sanciones de la ONU al régimen si se cree que Teherán está violando el acuerdo. Esta disposición permanecerá vigente hasta octubre de 2025.
Barbara Woodward , enviada británica ante la ONU, subrayó la gravedad de la situación y afirmó: “En octubre del próximo año, esta resolución debe expirar y, con ella, el derecho a volver a imponer sanciones de la ONU a Irán. Dados los peligrosos avances de Irán que lo han llevado al borde de la capacidad de desarrollar un arma, esta situación debería ser motivo de gran preocupación para este Consejo”. Además, enfatizó: “Continuaremos manteniendo todas las opciones diplomáticas sobre la mesa, incluido desencadenar una reversión de la ONU antes de octubre de 2025, si es necesario”.
El enviado estadounidense, Robert Wood, se hizo eco de estas preocupaciones y destacó las opacas actividades nucleares del régimen. “Estados Unidos está dispuesto a utilizar cualquier medio necesario para impedir que Irán tenga armas nucleares”, afirmó Wood. Criticó a Teherán por obstruir los esfuerzos de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) para monitorear su programa nuclear y por no brindar transparencia. “Las acciones de Irán sugieren que no está interesado en demostrar de manera verificable que su programa nuclear es exclusivamente pacífico”, añadió.
Informes del Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional y el Washington Post han indicado que Irán se está preparando para aumentar significativamente su capacidad de enriquecimiento de uranio en las instalaciones de Fordow. Este hecho se produce tras una reprimenda formal de los estados miembros de la OIEA el 5 de junio, instando a la dictadura clerical a mejorar la cooperación y levantar la prohibición de los inspectores.
The regime’s nuclear dossier must be referred to the UN Security Council as soon as possible, and the six UNSC resolutions should be reinstated by the trigger mechanism, which should have been done a long time ago#Iran#JCPOA pic.twitter.com/9SK0sAe9LD
— Maryam Rajavi (@Maryam_Rajavi) September 14, 2022
Nicolas de Rivière, enviado de Francia ante la ONU, enfatizó las repetidas violaciones de sus compromisos por parte del régimen en los últimos años. Hizo referencia a informes recientes de la OIEA y a los crecientes niveles de uranio enriquecido, calificando las violaciones de Teherán como profundamente preocupantes. De Rivière señaló que el nivel actual de enriquecimiento de uranio de Irán carece de una justificación civil y pacífica creíble y, junto con su homólogo británico, subrayó la importancia de activar el mecanismo snapback.
Thomas Zahneisen, enviado adjunto de Alemania ante la ONU, destacó el enriquecimiento de uranio de Teherán a niveles 30 veces superiores a los estipulados en el JCPoA. Calificó este nivel de enriquecimiento como un obstáculo importante en las negociaciones con Teherán y advirtió sobre la falta de cooperación de Irán con la OIEA. Zahneisen reiteró que el régimen debe permitir que los inspectores experimentados de la OIEA regresen y continúen con sus actividades.
La activación del mecanismo de retroceso restablecería automáticamente todas las sanciones anteriores de la ONU contra el régimen, una medida que podría tener importantes implicaciones geopolíticas y económicas. Esto incluye restricciones a las exportaciones de petróleo, las transacciones financieras y otros sectores críticos de Irán. El mecanismo fue diseñado como un elemento disuasorio para garantizar el cumplimiento del acuerdo nuclear por parte de Teherán.