CNRI – Editorial
El 24 de noviembre a las 4:15 de la mañana hora de París, el Presidente Barack Obama anunció la llegada a un acuerdo con el régimen iraní en el tema nuclear, denominándolo como un alto al programa nuclear iraní.
El acuerdo fue por supuesto un retroceso para el régimen de los mullahs, presionado por sanciones internacionales, las revelaciones de la Resistencia Iraní y el aislamiento doméstico del régimen durante las últimas tres décadas.
Las sanciones internacionales llevaron la economía del régimen a la bancarrota. Las repetidas revelaciones de la Resistencia Iraní, tres de las cuales se dieron durante el gobierno de Hassan Rouhani, no dejaron lugar para las maniobras engañosas del régimen. Los proyectos nucleares del régimen, tanto los abiertos como los cubiertos, sólo han resultado en más pobreza para el pueblo iraní.
Solo las fuerzas leales al régimen como Pasdaran (Cuerpo de la Guardia Islámica Revolucionaria) y Basijis (fuerzas paramilitares Basij) con sus familias –que contabilizan en total 3 o 4 millones, frente a la población de 80 millones del país- cantan retórica en favor del programa nuclear para crear una falsa imagen de que el conjunto del pueblo lo apoya.
De hecho, en tales circunstancias, si las potencias mundiales hubieran actuado con más decisión durante las negociaciones recientes, hubieran podido desmantelar en su totalidad el programa de producción de bombas del régimen.
Pero parece por el contrario que están impresionados con una farsa inteligente realizada por Rouhani en donde él es un reformista real, cuyos esfuerzos moderados están siendo obstruidos y obstaculizados por los “línea dura” en Teherán, y que por tanto realmente necesita el apoyo de los líderes occidentales para permitirle superar a los fanáticos de Ali Khamenei.
Mientras las potencias mundiales están ingenuamente felices de haber encontrado un amigo reformista en Irán, es interesante saber lo que Rouhani y su sonriente ministro de Relaciones Exteriores están diciendo a los medios iraníes sobre el acuerdo.
El acuerdo de Ginebra ha sido descrito por elementos pro-Khamenei en el parlamento del régimen como un cáliz de veneno que está siendo presentado por Rouhani como dulce miel.
Rouhani dijo a los medios de Irán que el acuerdo había reconocido el derecho iraní a enriquecer. También prometió en una entrevista con la televisión estatal el 26 de noviembre que las centrífugas seguirían girando.
Más aún, como reportó la agencia estatal ILNA el 2 de noviembre, mientras informaba al parlamento del régimen sobre el acuerdo iraní el ministro de Relaciones Exteriores Javad Zarif dijo: “La contraparte aceptó que Irán continuara con el enriquecimiento de uranio y las sanciones serán levantadas”. Este show muestra bien que el G5+1 no ha sido suficientemente fuerte con los negociadores de los mullahs.
Le guste o no a Occidente, la historia nos muestra el presente y enseña para el futuro. El régimen clerical nunca ha aceptado reportar de manera voluntaria sus actividades a la AIEA en el pasado, incluso cuando Rouhani mismo era el negociador principal; la Resistencia Iraní fue la primera en revelar las instalaciones clandestinas del régimen y su engaño nuclear.
Sin estas revelaciones, la comunidad internacional hubiera enfrentado una bomba nuclear sorpresa en manos de los dementes mullahs en Teherán. Por tanto, es de sentido común no confiar en ellos y monitorearles de cerca de manera diaria.
Permítannos enfrentar la realidad. No importa lo que Rouhani diga, en este régimen no se puede confiar. La mejor manera para que el mundo se asegure que el programa de armas nucleares de Irán se ha realmente detenido es permanecer vigilante, hacerles implementar cada uno de los aspectos del acuerdo, forzarlos a detener el enriquecimiento de uranio por completo, y hacer que suscriban el Protocolo Adicional así como permitir el acceso de los inspectores de la AIEA a las instalaciones nucleares sospechosas. Estas son los parámetros que se deben tener en cuenta para evaluar al régimen iraní.
A aquellos que piensan estar destinados a llegar a un acuerdo con los mullahs en este tema, permítannos recordarles que la visión del régimen es que obtener la bomba nuclear es la garantía estratégica para su supervivencia, mientras el movimiento de la Resistencia Iraní y el pueblo de Irán están a favor de un Irán no-nuclear. Por la paz y la seguridad del mundo, Occidente debería mirar hacia ellos.